Cuando llega el final del verano los árboles muestran signos de
agotamiento, el verde de sus hojas no es tan brillante, es más
apagado, más amarillo, incluso algunas hojas comienza a secarse por
las puntas. Los árboles están cansados y se preparan para su
descanso, es decir, van a comenzar a otoñar (igual que muchos
animales, como el oso, o como nuestro reparador sueño nocturno).
Los árboles están fabricando alimentos durante el verano y, sobre
todo, comienzo del otoño (como los osos cuando comen salmones, bayas
y miel para acumular grasa), "recolectando" sol para producir
azúcares y otras sustancias necesarias para su vida que almacenan en
la madera hasta que llenan su interior de nutrientes, momento en el
que simplemente están llenos y no pueden acumular más. En muchos
lugares, esto sucede a partir de agosto (en Madrid, desde luego,
sobre la segunda quincena), algunos árboles comienzan a sentir
noches más largas y más frescas, y comienzan a otoñar y a llenar sus
depósitos con reservas de azúcar y otras sustancias bajo su corteza
y raíces. En el momento en el que están llenos, la fotosíntesis
comienza a no ser necesaria, ya no que no se puede
aprovechar/almacenar más producción de azúcar y las hojas comienzan
a no ser necesarias para muchos árboles (caducifolios), momento en
el que el árbol comienza a deshacerse de ellas (caída de las hojas).
Dependiendo de las especies, tamaño del árbol, situación, etc., este
proceso dura más o menos, ya que mientras que hay especies que se
saciarán rápidamente otras estarán muy "hambrientas" y realizarán la
fotosíntesis el máximo de tiempo posible, hasta las primeras bajadas
intensas de temperatura.
arce buergerianum / foto: José Manuel Blázquez - Bonsaikido
En todo caso, con las primeras heladas, ya ningún árbol podrá seguir
con la fotosíntesis por muchas razones, pero una de la principales
es el agua. El agua solo es útil en forma líquida. Sólida, es decir,
congelada, tanto en la tierra como en el interior de sus troncos y
ramas no sirve para que la savia circule, incluso puede reventar los
pasos de savia, por tanto, los árboles comienzan a disminuir la
actividad, y con ello, su necesidades de agua.
Así que el árbol, además de aprovechar a acumular reservas, también
aprovecha a recoger y guardar sustancias muy valiosas de las hojas a
el tronco y raíces, especialmente la clorofila que se descompone en
diferentes sustancias para reutilizarlas de nuevo en la hojas de la
próxima primavera. Es en este momento cuando las hojas comienzan a
perder su color verde y empiezan a mostrar colores amarillos, rojos,
naranjas y marrones (carotenos, antocianos, etc.), que por otra
parte, tal vez protejan un poco del frío al árbol hasta que complete
su hibernación (los colores más cálidos de las hojas hacen que éstas
aumenten más su temperatura al sol que las hojas verdes). Una vez
que las sustancias de las hojas han vuelto al tronco, se crea una
capa que cierra la unión de las ramas con las hojas, y éstas se
caen. Y es en ese momento, cuando los árboles se han ido a "dormir"
(hibernar), están en reposo.
Pero como sabéis, no todos los árboles de deshacen de las hojas,
otros las conservan durante la época de hibernación: los árboles
perennes. Por ejemplo, las coníferas resuelven el problema usando
sustancias anticongelantes (resina), cubriendo de cera la superficie
de las hojas y formando una piel dura, con estomas profundos. Así
evitan las pérdidas de agua durante el invierno, ya que el agua
congelada (hielo, nieve, etc.) no está disponible para ellos, y
pasan tanta o más sed en invierno que en verano. No obstante, hay
coníferas que también usan la misma técnica que los planifolios
caducos, com por ejemplo, el alerce, como si la evolución llamase a
las coníferas a reconvertirse en caducifolios.
A simple vista, parecería más práctico que todos los árboles se
comportaran como las coníferas, fueran ahorradores y protegieran sus
hojas del frío y la sequía (pérdida de agua), pero lo cierto es que
la naturaleza ha evolucionado hacia la pérdida de hojas, es decir,
los árboles caducifolios son más "modernos" en la Tierra (los
primeros aparecieron hace 100 millones de años, mientras que las
coníferas ya estaban en el planeta 170 millones de años antes). Una
explicación podría ser que un árbol sin hojas aguanta mejor las
inclemencias invernales: vientos que empujan las hojas de la copa
como velas de un barco, lluvia que reblandece el suelo, etc. pueden
tirar abajo fácilmente un árbol (un viento fuerte puede ejercer una
fuerza sobre un árbol adulto de varios cientos de toneladas),
mientras que una copa sin hojas posee unas ramas que cortan
fácilmente el viento (como curiosidad, ramas y troncos poseen
perfiles y formas con resistencias al aire mejores que las de los
coches que fabricamos).
También es importante considerar que la caída de las hojas permite
las renovación de las hojas cada temporada (o cada cierto tiempo) y
una nueva oportunidad para perder todas las sustancias, plagas, etc.
que impregnan las hojas y que les dificultan su funcionamiento, como
si de una especie de medida higiénica se tratara. De hecho, aunque
los perennes no pierden las hojas en invierno (o durante su
hibernación), si que lo hacen en algún momento. Así las coníferas,
como por ejemplo, pinos, píceas, etc. cambian sus hojas más viejas
cada cierto tiempo: pinos cada 3 años; píceas cada 6 años, etc,
llegando a tener un aspecto un poco pelado porque pueden llegar a
perder hasta una cuarta parte de las hojas.
CONSEJO PARA TU BONSAI: buscar un buen tronco
grueso para vuestro bonsai (es algo más que estética y diseño) y un
buen cepellón para que puedan acumular muchas reservas. Dejar que
vuestros árboles pasen frío para que hibernen (reposen)
adecuadamente y pierdan sus hojas (si es caducifolio). La mejor
señal de que todo va bien es que cambien las hojas de color, con un
color otoñal intenso. Dentro de casa esto no es posible, cultivad en
el exterior. Recordad, no existen los árboles de interior. No
existen los bonsais de interior.
Muchos árboles (bonsais) que aparentemente están "bien" cultivados,
no sobreviven porque no les dejamos reposar (hibernar)
adecuadamente, y se mueren, simplemente porque no pueden sobrevivir
sin descanso (como nosotros sin dormir).
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